jueves, 19 de julio de 2012

Una provincia en la que la tasa de suicidio adolescente creció un 328%


En Salta, es el doble del promedio de la Argentina y cinco veces más alta que en Capital

El aparente suicidio de las jóvenes salteñasLuján Peñalva (19 años) y Yanina Nüesch (16 años) permite hacer foco en un fenómeno que trasciende los detalles particulares del caso. En la Argentina, las estadísticas más recientes revelan que los suicidios se han incrementado un 39% entre 1997 y 2008, y que uno de los grupos de edad que más peso han tenido sobre ese incremento es el de los adolescentes de entre 15 y 19 años de edad: el aumento fue del 102% en esa franja etaria.
Y un dato más, no menor para enmarcar el trágico caso de Luján y Yanina. La provincia de Saltaes la que exhibe la segunda tasa más elevada de suicidio adolescente de la Argentina, después de Jujuy. En Salta, la tasa de suicidio entre los 15 y los 19 años es de 23,1 por cada 100.000 habitantes, cinco veces más que en la ciudad de Buenos Aires (4,8 x 100.000), y más del doble de la tasa promedio de la Argentina (9,9 x 100.000).
La tendencia que reviste el fenómeno del suicidio adolescente en Salta no ofrece mejores perspectivas. En esa provincia, "los suicidios en el grupo de 15 a 19 años se incrementaron un 328% de 1997 a 2008", ilustra el documento "El problema del suicidio en Argentina 1997-2008", elaborado por la ONG Asociación para Políticas Públicas, a partir de estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación.
Otro trabajo de esa ONG ensaya una respuesta a este fenómeno. "Los jóvenes de zonas alejadas han experimentado el acceso a toda la información, «cultura» e interrelaciones de la Web, pero siguen viviendo en ciudades medianas o pequeñas, sin poder acceder a los «bienes» que les muestra la Web; están en una cultura tradicional. [...] Todo lo cual genera frustraciones, desfases culturales y conflictos -escribieron Diego Fleitas y Alejandra Otamendi-. Este fenómeno sería particularmente acuciante en los jóvenes de sectores populares, quienes son incluidos en la cultura global, pero humillados localmente y excluidos estructuralmente."

POBLACIÓN VULNERABLE

¿Por qué en todo el país los adolescentes ocupan un lugar tan preponderante en las estadísticas sobre suicidio? "Entre los 15 y los 25 años se da uno de los picos más altos en las tasas de suicidio en la Argentina. En la adolescencia suele estar el comienzo de enfermedades muy graves, sobre todo a nivel mental, como son los cuadros depresivos, los trastornos de ansiedad o la enfermedad bipolar. Si les sumamos otros factores, como, por ejemplo, el consumo de alcohol y de drogas, todo eso hace que el adolescente sea más vulnerable al suicidio", dijo a LA NACION el doctor Juan José Fernández, coordinador del programa de prevención del suicidio de la Dirección de Salud Mental del Ministerio de Salud bonaerense.
Este médico especialista en pediatría y en psiquiatría infantojuvenil del hospital Meléndez, de Adrogué, señaló dos datos preocupantes que surgen de un estudio que abarcó a tres hospitales del conurbano bonaerense. "En el 80% de los casos, los pacientes atendidos por lesiones compatibles con intentos de suicidio no eran reconocidos como tales y eran dados de alta sin ser derivados al equipo de salud mental. Si no se trata como corresponde, el riesgo de volver a intentar suicidarse es tres veces mayor en los siguientes 3 meses."
El otro dato que surge del estudio no es menos preocupante. "Lamentablemente, el suicidio se está corriendo a edades cada vez más tempranas. Hemos encontrado intentos de suicidio en chicos de 6 años", alertó Fernández, y agregó: "La adolescencia comienza cada vez más temprano, la conflictiva familiar es cada vez más importante, y no hay que olvidar que la psicopatología también se ve dentro de la infancia".




Advierten sobre la importancia de interpretar posibles conductas suicidas

Un suicidio afecta emocionalmente a cerca de 60 personas. Tras el caso de las chicas de Salta, especialistas alertan  sobre la trascendencia de estar atentos ante conductas suicidas y la responsabilidad de los medios de comunicación.  
La Asociación “Defender la Vida” ofrece capacitación y contención para ayudar a prevenir y trabajar en este flagelo.


La muerte de Luján Peñalva y Yanina Nüesch, halladas ahorcadas el pasado lunes en Salta, quienes se presume habrían decidido quitarse la vida, volvió a poner en el tapete la problemática de los suicidios, tendencia que registra un aumento gradual en Misiones. Especialistas que integran la Asociación “Defender la Vida” creada a los fines de la Prevención del Suicidio en Adolescentes y Jóvenes, advierten sobre la necesidad de estar atentos a los cambios de conducta y síntomas comunes que presentan las personas con tendencia suicida.

Los responsables de la organización cuyo objetivo es la prevención, contención y atención de aquellos adolescentes jóvenes, su entorno familiar y social que se encuentren en situaciones de riesgo de conductas autodestructivas, sostienen también que es vital que los medios masivos de comunicación tengan en cuenta las recomendaciones de la  
Organización Mundial de la Salud a la hora de transmitir estos lamentables episodios.

La psiquiatra María Carolina Cobas y el voluntario Danilo Ces, integrantes de la Asociación “Defender la Vida” participaron anoche del programa Debate Sobre el Futuro que se emite los miércoles a las 22 por canal 5 de Cablevisión y explicaron algunos aspectos a tener en cuenta al momento de actuar ante situaciones que causan conmoción social como el caso de las muchachas salteñas.

“El sensacionalismo no ayuda para nada cuando se habla de suicidio, es responsabilidad de los medios de comunicación el estar atentos y aplicar las recomendaciones de la OMS para transmitir una noticia como esta. Hoy vemos que se diviniza el caso de las chicas de salta como bajo el nombre de pacto suicida y en verdad hay que ser conscientes de que cierta información respecto al método utilizado no suma para nada”, explicó Ces.

A ello la psiquiatra agregó que los suicidios se previenen y es por ello que en el caso de los adolescentes los padres deben estar cerca y atentos a cualquier cambio de actitud. Para la especialista no se trata de identificar una causa única sino por el contrario hay un abordaje multicausal donde hasta inclusive puede incluirse el desgano, la falta de higiene, el cambio repentino de actitud o quizá aislamiento pronunciado.

Ante estas situaciones, más allá de establecer un diálogo con la persona en cuestión se insta a sumar la ayuda profesional para descartar cuestiones clínicas o actuar con derivaciones en el caso de que sea necesario.

Apoyo profesional

Sólo en este año en Misiones 31 personas se han quitado la vida. El suicidio es hoy en día un flagelo que centra la atención de grupos multidisciplinarios que buscan trabajar en prevención y postvención, (instancia posterior al hecho traumático).

En ese marco, “Defender la Vida” brinda capacitación y formación de voluntarios. Quienes estén interesados en la temática tienen que comunicarse al teléfono 376 -154385252 o ingresar al sitio web http://www.defenderlavida.org.ar/sitio

Mitos acerca del suicidio

Existen diversos criterios erróneos que las organizaciones que se dedican a la prevención del suicidio señalan que deben ser eliminados. Entre ellos figura la teoría de que "el que se quiere matar no lo dice", siendo que estadísticamente 9 de cada 10 personas que se suicidan dijeron claramente sus objetivos. Lo mismo ocurre con la versión que profesa que "los que quitarse la vida en realidad buscan llamar la atención" o quienes aseguran que "todo el que se suicida está deprimido". Hay otras cuestiones como patologías mentales, adicciones o trastornos del carácter, que pueden ser determinantes, según el caso.

Lo cierto es que hablar con una persona que quiere quitarse la vida disminuye potencialmente esa actitud  y puede ser la única posibilidad en que ese sujeto analice sus propósitos autodestructivos.

Entre los factores proyectores figuran: una buena relación entre los miembros de la familia, buenas habilidades sociales y confianza en sí mismo, búsqueda de ayuda cuando surgen dificultades, receptividad a las experiencias y vivencias de otras personas, prácticas deportivas o religiosas como también apoyo de personas relevantes consideradas como modelos positivos.



“En el 90 por ciento de los casos de suicidio hay un trastorno”

Así lo informó Danilo Ces voluntario de la Asociación Civil Defender la Vida. Explicó que “en el 90 por ciento de los suicidios hay un trastorno mental o a veces una adicción. Pueden haber distintas situaciones, aparte el suicidio es multi-causal, hay un detonante”. Sin embargo aseguró que el suicidio “es prevenible, no evitable, pero si prevenible, por eso la tarea de esta asociación es comunicar, porque esto es tarea de todos”.



Ces indicó que “en nuestra provincia todas las semanas tenemos la información de un suicidio, mientras tengamos una sociedad con un sistema que presiona, que oprima, con un sistema de educación que no cultiva ciertos valores y habilidades para la vida, debemos apuntar a los sectores juveniles y darles contención, porque los adolescentes son los adultos del mañana”. Explicó que la Asociación comenzó a trabajar hace 6 años y se dedica a dar contención.
“Defender la vida nace como asociación en 2006 y se da por el suicidio de un joven y ahí la madre decide convocar a una serie de profesionales y se comience a investigar sobre el tema” explicó Ces.

El voluntario indicó que los medios deben cuidar sus formas y no comunicar los datos de cómo son llevados adelante los suicidios, porque los jóvenes son vulnerables y asocian las situaciones desde el romanticismo. Pide que los medios comuniquen las situaciones causales de la muerte, no los medios o las formas en que se quitan la vida. “Hoy nuestros adolescentes se fijan en los adultos y los adolescentes buscan en estos momentos la totalidad, la plenitud, conseguir todo ya, internet, las redes, los distintos medios incentivan a la búsqueda de esta totalidad y plenitud que quiere el adolescente, por ello los adultos debemos acercarnos a los jóvenes, de forma directa”, indicó Ces. 

Explicó que “papá y mamá deben ser padres, ahora veo muchos padres que buscan ser amigos de sus hijos, deben contener a los hijos, porque esta sociedad tiene ciertoas patologías que afectan a los chicos”.

Ces planteó que debe haber programas especiales desde el Estado. No existen programas especiales para tratar estos casos. 

Por su parte la Psiquiatra Carolina Cobas, también voluntaria Asociación civil Defender la vida indicó que “la etapa de la adolescencia es una etapa de vulnerabilidad”. “Es todo un cambio que se produce a nivel físico, a nivel emocional y también esta en una situación de vulnerabilidad que se agrega por las situaciones que actualmente se vive, por la escasa comunicación con los mayores – padres, tíos, primos, vecinos – que se transformó en un marcado individualismo hace que los jóvenes estén e un estado de vulnerabilidad”.

La profesional remarcó la función de los mayores como modelos de los jóvenes, de donde aprenden los valores. Esta falta de modelos genera una falta de valores a los jóvenes y la no transmisión de esto afecta los factores de protección que tienen los adolescentes. El priorizar lo material sobre el afecto afecta a los jóvenes, “el amor ayuda al neurodesarrollo y eso a las relaciones fundantes, el vinculo con los cuidadores primarios”.  

La Asociación “Defender la Vida” creada a los fines de la Prevención del Suicidio en Adolescentes y Jóvenes, cuyo objetivo es la Prevención, Contención y Posvención de aquellos adolescentes jóvenes , su entorno familiar y social que se encuentren en situaciones de riesgo de conductas autodestructivas. Nace por y a través, de la preocupación y del dolor de observar y sentir los escenarios tan complejos y cambiantes que suceden a diario, donde la realidad impacta con situaciones de gran riesgo para los jóvenes.

Esta problemática psicosocial que pone en serio compromiso al presente y futuro de nuestro mas “preciado capital”, incluye fundamentalmente el consumo de drogas, de alcohol, etc. generadores de todo tipo de agresiones y auto-agresiones. Esta situación se ve influida por múltiples factores sociales, políticos, económicos, sanitarios, ecológicos y culturales que producen de diversas maneras lesiones en los vínculos humanos; deteriorando al individuo, la familia y la comunidad toda, instalando el peligro para lo que debería ser el saludable desarrollo humano.

La violencia actual, en sus diferentes manifestaciones se arraiga en los atributos de la sociedad, generando resquebrajamiento del entramado de las relaciones sociales. Hoy tanto en Argentina, como en todos los países de América Latina las tres principales causas de muerte que se dan entre los 15 y 24 años están relacionadas con los accidentes, los homicidios y los suicidios. Cabe recordar que el desarrollo de la personalidad y los eventos que sufre el adolescente-jóven son el resultado de un proceso, el cuál resulta de la interacción de éste con el medio ambiente. Las intervenciones destinadas a modificar actitudes violentas, tienen en cuenta la convivencia, el aprender a resolver conflictos, a promover el respeto a sí mismo y al otro, a respetar nuestros derechos y obligaciones en función de la comunidad.

Estamos convencidos que las acciones de carácter preventivo es posible, realizable y eficaz, pero deber ser con la participación, (responsabilidad), de todos. Por lo tanto las estrategias deben focalizarse en crear contextos positivos en la familia, la escuela, el trabajo y la comunidad. En la tarea de prevención no podemos limitarnos a impedir que una persona se suicide, nada del acontecer humano nos debe resultar indiferentes, si hay alguien que escucha no hay suicidio; hay esperanza…

Asociación Civil "Defender la Vida": 0376-154385252 ó vía mail a defender_lavida@yahoo.com.ar  defenderlavida@yahoo.com.ar 


martes, 26 de junio de 2012

Proliferan las Conductas Suicidas entre Menores y Adolescentes

Los especialistas dicen que han atendido casos de niños de entre 8 y 10 años. Cómo explican el fenómeno desde la psicología y la sociología. Señales de alerta que las familias no deben desatender.

Un niño de tan sólo 8 años encaramado en el techo de su casa amenazando con tirarse es lo que motiva esta nota. Puede que sea tan sólo un intento fallido de autoeliminación, pero la existencia de este tipo de situaciones debe, al menos, desencadenar una serie de interrogantes. ¿Qué motiva la necesidad de autodestrucción de un chico tan pequeño? ¿Qué indicadores no fueron vistos ni tenidos en cuenta por los adultos que lo rodean? ¿Qué situaciones sociales van gestando un acontecimiento de estas características? El licenciado Piedro Piemontesi, coordinador del Servicio de Atención Telefónica en Crisis (SATEC) y una de sus colaboradoras, la psicóloga María Dolores Rivas, intentan explicar este fenómeno.

Niños autodestructivos
Se sabe que las ideas suicidas, los intentos e, incluso, los casos en los que estas prácticas llegan a concretarse son la tercera causa de muerte en adolescentes y jóvenes de entre 15 y 24 años (ver aparte). Sin embargo, en los últimos años han comenzado a aparecer conductas suicidas o fantasías de autoeliminación como la relatada al comienzo de esta nota.

Los especialistas manifestaron que si bien no es frecuente que ocurra esto, que ya haya sucedido al menos una vez, es preocupante. También lo es la proliferación de conductas autodestructivas a temprana edad.

Por conductas autodestructivas se entiende todas aquellas que como consecuencia le generan un daño a la persona. “Es todo lo que el individuo realiza por sí mismo, por propia voluntad, con la finalidad de producirse un daño”, señala Piemontesi. Estas prácticas pueden ocasionar lesiones, golpes, intoxicaciones, cortes, juegos peligrosos –como el shocking game o ahorcamiento con la corbata–.

Lo importante es intentar explicarse por qué ocurren estas prácticas.

Las causas

¿Por qué se produce este fenómeno? Según Piemontesi, el motivo está ligado a cuestiones sociales. El proceso de globalización lleva cada vez más a los integrantes de una sociedad a masificarse en una serie de normas y de reglas. Paradójicamente, el proceso masifica pero desapega, conecta pero desconecta.

Los grupos sociales ya no tienen como referencia un espacio, no se identifican con un grupo como el club o los amigos. En tiempos de globalización está, por ejemplo, el shopping, y está para todos: desde el niño hasta el octogenario.

Otro aspecto importante es la ausencia de reglas y la falta de referentes. “Todo el mundo come lo mismo, se viste con lo mismo, vive lo mismo”. En este contexto, un niño se vuelve adulto y un adulto, adolescente. “No hay una identificación acorde con la etapa que uno está viviendo. Esta masificación lleva, inevitablemente, a la soledad.

De modo concomitante, crecen las adicciones, los accidentes, se incrementan la vida nocturna y el vagabundeo. En definitiva, esto se traduce en falta de sentido”, sostuvo el licenciado.

Para el sociólogo Héctor Castagnolo, desde hace más de 15 años, se comenzaron a poner en valor en la sociedad prácticas que se relacionan con el autocastigo, la rudeza, el golpearse, el soportar el dolor, porque quien realiza esas prácticas pone en escena su rudeza ante los demás. Lo que caracteriza el cambio de conducta de los sujetos desde los ’90 en adelante es la puesta en valor de disciplinas vinculadas con el dolor, el sufrimiento, en pos de lograr capacidades superiores al de cualquier competidor dentro de su vida. Insertos en una sociedad que pone en valor este tipo de prácticas, además de la ausencia de sensibilidad, son un caldo de cultivo para que sucedan este tipo de situaciones. A eso hay que sumarle padres ausentes, consumidos por dos o tres trabajos y en sintonía, una época en la que el consumo es el valor supremo.

En otro sentido, Castagnolo hace alusión a la conformación del universo simbólico de estos chicos, que crecen en medio de juegos virtuales donde “descuartizarse” es una conducta común, donde desaparecen los límites entre la vida y la muerte. “Si los zombies resucitan en cualquiera de esos juegos virtuales, no es de extrañar que un niño de ocho años que tiene ideas de autoeliminación, crea que puede “resucitar” tal como lo hacen los personajes de los juegos a los que está acostumbrado a jugar”, señaló.

Conductas a tener en cuenta

El licenciado Piemontesi mencionó algunas conductas en los más chicos que conviene no desatender. En primer lugar, cualquier aviso de autoeliminación es importante y es necesario dejar de lado el mito de “si lo dice, no lo va a hacer”.

Otros aspectos importantes son el aislamiento, la baja en el rendimiento escolar, el aumento de conductas de riesgo o de prácticas sociales agresivas, los cambios repentinos de carácter y los episodios de insomnio.

Lo importante, si se detecta alguna situación de este tipo, es saber pedir ayuda.

El SATEC atiende todos los días de 10 a 15 y de 18 a 23, a través del número de emergencias 911.

Fuente de Información: Paola Alé (pale@diariouno.net.ar)
Diario UNO - Mendoza

jueves, 17 de mayo de 2012

Un Millón de Suicidios al Año


La OMS alerta de un grave problema sanitario con 1 millón de suicidas en el mundo. Cada hora, ciento veinticinco personas ponen fin a su vida, más de dos personas por minuto. Hablamos de suicidios verificados, no de los camuflados como “accidentes”, previa ingestión de drogas, de alcohol o de broncas emocionales insoportables que conducen a pisar el acelerador sin freno.

Está entre las tres primeras causas mundiales de muerte en personas de entre 15 y 44 años, pero el sector que presenta mayor riesgo es el de los adolescentes. Entre poblaciones rurales, son las personas de edad que ya no se sienten útiles, ni necesitadas, ni queridas.

También existen “suicidios” enmascarados en el abandono de tratamientos médicos, para “hacer pagar culpas a la familia”.

Muchos ancianos que viven solos en las ciudades grandes y que aparecen muertos, no se han pegado un tiro, ni se han tirado por la ventana ni ingerido venenos. Se han dejado morir abandonándose en la comida y en la higiene, debilitándose, perdiendo fuerzas, y hasta intuyendo un descanso y una liberación en dejar de llevar un vivir sin sentido; para ellos, luego, para el universo entero.

¿Se sabe cuántos soldados se han dejado morir por no poder soportar la tensión de una confrontación absurda? ¿Hay suicidio más eficaz que dejarse matar por el “enemigo”, y sin “deshonor” ante la familia pues te los rinden militares? ¿Acaso en la guerra de Vietnam, las drogas no se distribuían desde la propia intendencia?

Para el año 2020, la OMS prevé que el número de muertes por suicidio en el mundo superará el millón y medio. Por ello urge tratarla como corresponde. Con una aproximación psicológicamente cálida, acogedora, tranquilizadora. Con el arsenal terapéutico, realmente efectivo, del que disponemos y con tiempo, paciencia, con ese sumergirse en el drama del enfermo.

Los suicidios en España duplican a los muertos en accidentes de tráfico y es la primera causa de muerte violenta.

Recordemos que ‘asistir’ (assistere) es, “estar al lado del otro”.

Los profesionales que trabajan en la prevención de los suicidios, insisten en que se trata de muertes evitables que, en algunos países, alcanzan 10,4 por cada cien mil habitantes y, entre los adolescentes, el riesgo es del 30% por la misma proporción.

Sabemos que el suicidio se ha convertido en un tabú tan fuerte como el incesto o, hasta hace poco, las denominadas “desviaciones” sexuales. Como fue tabú durante siglos tratar de la pedofilia, pederastia o, como ahora denomina el Vaticano para las experiencias de sus clérigos, “efebofilia”, atracción por jóvenes de 11 a 17 años.

En algunos Libros de estilo de medios de comunicación se reglamenta la publicación de estas noticias, “porque pueden provocar estímulo de imitación”.

La OMS pide mejorar la educación en el tema, reducir la estigmatización y aumentar la conciencia de que el suicidio es prevenible. Todavía, en muchas legislaciones, el intento de suicidio se castiga como delito. Y a un enfermo no se le lleva al paredón, se le cura y después se le fusila. La Iglesia católica y otras religiones, castigaban al suicida con la prohibición de ser enterrado en “tierra sagrada”. Con el progreso en la conciencia de una mayor libertad y responsabilidad, se han avenido con el subterfugio de que “no sabían lo que hacían”, “locura transitoria”, “fuera de sí, “enajenados”.

No hay más que ver las dificultades que tiene un enfermo terminal para tener una muerte digna, mediante suicidio asistido, o mediante eutanasia positiva, por compasión y por justicia. ¿Tanto cuesta reconocer el derecho a disponer de la propia vida? ¿Alguien nos ha pedido permiso para nacer? Algunos expertos piden más planes de prevención para intentar reducir el número de muertes y más información, algo que demandan también muchos familiares.

¿Pueden imponerse ideologías que parten de falsas premisas y de un fanatismo que condena a vivir, como durante siglos bendijeron las condenas a morir?

Partiendo del reconocimiento de este derecho inalienable, es necesario prevenir las decisiones fatales que podrían evitarse mediante atención médica y psicológica, comprensión y tratamiento, información adecuada y medios eficaces para enfermos depresivos, alcoholismo, drogadicción y esquizofrenia. Adolescentes que no asumen su cambiante realidad, o de ancianos sin medios para vivir con la dignidad que la sociedad les debe siempre ya que “las cosas no son de su dueño sino del que las necesita”. Y aunque la vida no tuviera sentido tiene que tener sentido vivir, pero con dignidad y sin padecimientos insoportables. No vamos de la vida hacia la muerte, sino hacia la felicidad de saberse uno mismo, libre y responsable.

El suicidio es una de las principales causas de muerte violenta en el mundo. Una realidad prevenible a través del apoyo y la educación.

Fuente de Información: Red Argentina de Suicidología

martes, 15 de mayo de 2012

"Por oír hablar de Suicidio nadie se quita la Vida"


Carmen Tejedor psiquiatra del hospital Sant Pau de Barcelona defiende que hay que dar visibilidad a este problema para poder erradicarlo

Directora durante varios años del programa de prevención del suicidio de l’Eixample, esta facultativa, que ha dedicado más de 20 años al estudio del fenómeno del suicidio, sostiene que la mejor fórmula para combatirlo es no escondiéndolo ni tratándolo como un tema tabú. "En esta sociedad nos parece que si no se habla de un problema no existe", denuncia. Un total de 3.145 personas se quitaron la vida en España en 2010, lo que supone la primera causa externa de defunción.

"El suicidio se evita hablando de él", le he escuchado decir. Entonces, ¿por qué continúa siendo un tema tabú para muchos?Ahora se habla mucho más que hace un tiempo. Es verdad que en los países mediterráneos el suicidio no es tan frecuente como, por ejemplo, más allá de los Pirineos, en Francia sin ir más lejos. El tabú tiene su origen en el hecho de que se cree que el suicidio es una decisión libre. Entonces, con ese concepto romántico de la libertad del suicidio, si hay libertad hay culpables. La sociedad acusa o responsabiliza de la muerte por suicidio a los que están alrededor de la persona que se mata, y eso es un motivo para ocultarlo. 

Por mucho que se evite, es un problema que está encima de la mesa. Las cifras así lo indican: diez personas se quitan la vida a diario en España…Así es. Es la primera causa de muerte entre los 15 y los 35 años. Pero más que el suicidio consumado, el problema también está en los intentos de suicidio, las personas que ponen en juego su vida para cambiar su realidad, para que se les ayude. Por cada suicidio consumado hay treinta intentos de suicidio, es una verdadera epidemia. Y el mayor problema es que repiten. 

¿Qué posibilidad hay de que una persona que ya lo ha intentado vuelva a repetirlo?En los años 70 repetía el 10%. Ahora es el 50%, sobre todo entre las mujeres jóvenes. Esto se debe a que desde que tenemos psicofármacos hemos puesto en manos de la población unos venenos suaves. Y en el lenguaje de la gente joven, sobre todo, está el “me empastillo y ya está”, que parece que está muy integrado en su cultura. El problema radica en que la toxicología de estos fármacos no la conocen muy bien y pueden salir malparados.

La OMS, la ONU y la UE señalan el suicidio como un problema de salud pública. ¿Estamos preparados para hacerle frente?En otros países de nuestro entorno hay programas de prevención, centros de referencia y asociaciones de ayuda a las personas que sobreviven a un suicidio, a familiares o a los que están en riesgo… En este país no hay nada todavía, es de una precariedad que llama la atención. Se trata dentro de la red general de salud mental.

Y es insuficiente…No pienso que tenga que haber centros especializados. Sólo con organizar la miseria y hacer unos programas dirigidos a detectar a la población en riesgo se podrían prever muchos suicidios.

Si me tuviera que hacer el retrato robot de un suicida sería…En todo el mundo el retrato es igual: varones, mayores de 65 años, que viven solos, que tienen una enfermedad médica crónica y un trastorno depresivo y, además, sufren aislamiento social. En los jóvenes sería un chaval que tiene un diagnóstico de enfermedad mental o consumo de drogas y que tiene una desadaptación social, un desarraigo, con fracaso escolar, que está en paro, con una familia desestructurada… una desgracia. El pensar o el haber hecho el intento de suicidarse y los acontecimientos estresantes de la vida, sobre todo la ruptura de la relación amorosa, son también factores de riesgo.

Supongo que debe ser difícil predecir si alguien tiene intención de quitarse la vida, ¿pero es posible intuirlo?Sí, se puede detectar dentro de un plazo razonable. A veces sabes que una persona intentará quitarse la vida, pero no sabes el momento en el que lo intentará. Y claro, tampoco la puedes tener ingresada en un psiquiátrico atada a la cama para que no se mate.

¿Y es cierto que ellos tienen más tendencia que ellas a la hora de intentarlo?Sí, hay tres o cuatro varones por cada mujer. Es curioso, porque las mujeres tenemos más trastornos depresivos y hacemos más intentos de suicidio que los hombres. En cambio, el hombre tiene una mayor impulsividad y agresividad y cuando lo intenta utiliza métodos más radicales. 

¿Nos falta información sobre esta problemática?Cuanto mejor conoces los síntomas que te pueden llevar al suicidio, en ti o en los de alrededor (que no es nada de lo que dice la literatura o el romanticismo) más fácil es que encuentres ayuda. Nosotros, en el programa de l’Eixample, llevamos a cabo en su día un proyecto, conjuntamente con el centro de Salud Mental de la Dreta de l’Eixample, a través del cual intentamos informar a la población. Hicimos, un programa comunitario en el que intervenían todos los agentes sociales, había unos centros de referencia… Y el programa todavía continúa, lo llevan otras personas, pero sin el aspecto comunitario. Se hace la asistencia clásica a pacientes mentales. 

La prevención y la comunicación, entonces, se han mostrado efectivas…En el programa de l’Eixample, en un año hicimos un seguimiento de 2.000 tentativas de suicidio que teníamos en el hospital [Sant Pau]. Unas 300 eran de l’Eixample y el resto del Guinardó, de Gràcia, de la Berneda… Pues bien, en l’Eixample, donde estaba este programa comunitario y esta organización asistencial, solamente repetía un 10%. En cambio, donde no había este programa, los que repetían eran un poco más del 30%. Es decir, habíamos conseguido reducir a una tercera parte, o menos, la repetición de intentos de suicidio, lo que es un gran avance. Cuanto más tiempo pasa sin que una persona vuelva a intentarlo, menos probable es que lo haga. El mayor riesgo a la hora de repetir está en los primeros meses.

Detrás del suicidio, ¿hay, por norma general, alguna patología mental asociada?El diagnóstico más frecuente es el trastorno depresivo. No sé si alguien puede llegarse a suicidar sin tener, aunque sea, un síndrome depresivo durante tres minutos. Cuando hablo de trastorno depresivo me refiero a no sentir la vida, a no encontrar satisfacción en nada y pensar que estás mejor muerto que vivo. Luego estarían los trastornos psicóticos y los abusos de sustancias. 

Cuando uno de sus pacientes no responde al tratamiento y decide acabar de manera trágica sus días, ¿qué sensación le queda a usted? ¿Impotencia? ¿Fracaso? No es lo mismo que se te muera un enfermo que se te suicide. Ahora en breve publicaremos un trabajo sobre 94 suicidas. Ir a 94 funerales tiene miga. La reacción que tienes es como si fuera mucho más impactante a nivel personal. Si se muere de un paro cardíaco o un cáncer es muy triste, pero… 

¿Y qué pasa con los familiares?Les ocurre lo mismo. Ahora tengo entre manos un proyecto basado en hacer una asociación de familiares que sobreviven al suicidio. Son personas que se quedan muy afectadas, y además de por vida. Es un duelo muy difícil de realizar, no hay ningún tipo de asociación que les ayude… Todo el mundo diciendo “se le ha matado el hijo, se le ha matado el padre, que habrá en esa familia”. Hay que afrontar todo esto. “¿Por qué lo hizo?”, “¿Qué más podía haber hecho por él?” 

Seguramente no lo vieron venir…Hay una cosa que se llama autopsia psicológica, que se trata de preguntar a las personas que han estado alrededor del suicida en los últimos meses. Más o menos un 27% de los familiares veía muy probable que lo iban a intentar, lo que no se sabía era el preciso instante en que lo harían. Un 33% pensaba que era posible, pero no a corto plazo, mientras que un 40% no lo preveía. En el caso de los psiquiatras, un 35% lo veía también como algo poco previsible. Si el suicidio es completamente imprevisto, a parte del duelo aparece la confusión. “¿Qué se me ha escapado?”… Es una muerte muy complicada. 

Algunas personas piensan que el suicidio es un acto premeditado, pero usted defiende que no es una decisión libre…Es como si el impulso suicida durara unas horas. Es un tiempo. Es como si una mujer viene de la peluquería, se arregla para ir a una fiesta y acaba tirándose por la ventana. En estudios que hemos efectuado, hemos concluido que desde que el suicida lo piensa hasta que pasa a la acción no ha llegado a la media hora en el 70% de los casos. Es impulsivo. Eso de que uno lo piensa, y está escribiendo notas, es muy literario, muy poco frecuente.

¿Quien tiene pensamientos autodestructivos acostumbra a buscar ayuda?Sí. Lo que pasa es que lo pide de una manera un poco oscura, sin hablar claro. Y si lo pide, los que estamos alrededor tendemos a negar la posibilidad del suicidio, porque creemos que para suicidarse hay que estar poco menos que en un estado de gran tragedia. Pero claro, cada uno tiene su nivel de tolerancia.

Hay quien tilda el fenómeno de acción cobarde, mientras otros lo tachan de valiente…Pero eso es no entender nada. Es como preguntarse: “¿vivir es de valientes o de cobardes?” No es esa la pregunta. Son gente profundamente desgraciada que no tiene otra salida que acabar con todo, y es que no sienten la vida. Están muy trastornados, muy alterados, están enfermos.

¿La crisis ha hecho aumentar el número de suicidios?No, por ahora no. Ni aquí ni en ninguna parte. La tasa de suicidios en todos los países es muy estable. Eso sí, también hay que tener en cuenta que se calcula que el 30% de los suicidios no se reconocen, aspecto que se trata mucho en los congresos. En este país hay lugares en donde no se suicida nadie, pero es porque no lo recogen. En cambio hay otros, como puede ser Lugo u Orense, que tienen una tasa altísima. ¿Por qué? Porque son poblaciones pequeñas en las que no puedes ocultar que alguien se ha quitado la vida. También está la problemática de la justicia, que tiene que ser el juez el que determine que es suicidio. Y ya sabemos cómo va la justicia de rápida…

Si hablamos abierta y públicamente del suicidio, ¿existe riesgo de contagio?Sí que existe ese riesgo, pero los que se contagian ya están enfermos. Por oír hablar de suicidio nadie se quita la vida. Los beneficios de hablar sobre el suicidio son mucho mayores que los riesgos. Esa misma discusión existe en relación a la violencia de género. El hablar de ello que hace, ¿que crezcan los maltratadotes y maten más? ¿O es la manera de que ayudemos a las mujeres maltratadas? Las ventajas son muy superiores al riesgo. 

¿Algunos de los que lo han intentado y han sobrevivido, después se han arrepentido?Sí, casi siempre. Hay un documental muy interesante que se llama ‘The Bridge’, que ha sido muy cuestionado en el festival de cine de Ámsterdam, que filma los suicidios en el puente de San Francisco [EE.UU.]. El autor grababa a toda la gente que se tiraba del puente, una persona cada diez o quince días, y lo hizo durante un año. En el documental habla con un solo superviviente, sobreviven muy pocos. Este chico, que lo tienen ahora como agente antisuicida, lo dice. Pero a mí también me lo han explicado. Me acuerdo de un hombre que tenía las manos desolladas que nada más tirarse se agarró a una de esas fachadas de l’Eixample que tienen esos salientes decorados. Cuando consigues que hablen, ellos mismos se horrorizan. “¿Pero cómo pude llegar a eso?¿Qué tenemos dentro que nos conduce a eso?”.

Si yo me tropiezo con alguien que pretende quitarse la vida tendría que…Hacer cuatro cosas. Primero: no negarlo. El que habla de suicidio es el que lo hace. Segundo: preguntarle qué planes tiene: si es algo inmediato, qué método utilizará… Tercero: pedirle que aplace la decisión, no llevarle la contraria, “siempre te puedes suicidar mañana”, que es lo que siempre les digo. Y en cuarto lugar, no dejarlo solo y buscarle una entrevista con alguien de salud mental, o llevarle a un servicio de urgencias de un hospital.

¿Y si me encuentro a alguien que está a punto de llevarlo a cabo?Yo haría lo que explican los bomberos. O sea, no llevarle la contraria, ganar tiempo, llamarle por su nombre, porque eso le orienta (¿quién es? ¿De donde es? Si quiere un cigarrillo), y mientras tanto, dar tiempo por otro lado a que actúen los bomberos y puedan cogerlo. Es lo que le decía, pedirle a la persona que aplace la decisión.

¿Qué países son los que sufren más este problema?Tradicionalmente, desde que se tienen datos en las parroquias, son Hungría, Austria y los Países Bálticos (Lituania, Letonia y Estonia). Pero no hay ninguna explicación. El clima no lo es. Luego estarían los países nórdicos y los anglosajones. Sin embargo, una de las cosas que me maravillan es que en nuestro caso no llega al 8 por 100.000 los habitantes que se suicidan, pero en Perpinyà están en el 19 por 100.000. Aquí falla algo. Supongo que tiene que ver con los registros. Yo recuerdo que los suicidólogos franceses ponían mucho empeño en que se recogieran todos. Sea como sea, lo que está claro es que, por causas externas, el suicidio es la primera en el ranking.


Bullying: La ley del más Fuerte


Le tocaron el hombro. Le pasaron un papel. "Morite", decía. Era su segundo día de clases en uno de los colegios más caros y más bilingües de Belgrano. Acababa de llegar de Brasil y todavía estaba mareado por la mudanza, el cambio de idioma, de paisaje, de todo. Por eso, al principio creyó que se trataba de una "cargada" de bienvenida. Después, todo quedó más claro. "Las chicas, sobre todo, lo volvieron loco", dice Julio, su padrino. "Como mi ahijado usa anteojos, le decían "nerd" y se la pasaban mandándole mensajes superagresivos. El es un chico muy tranquilo, muy lector, pero lo tomaron de punto. Nunca entendió por qué", dice. Y tal vez haya dado, sin siquiera sospecharlo, en el corazón oscuro del acoso escolar: nunca hay un porqué. Cualquier excusa sirve: ser gordo o flaco, nuevo o compañero de años, muda, conversadora, bajo o alto. Rubia o pelirrojo. ¿Qué es entonces lo que sí se repite? La asimetría de poder entre víctima y victimario. El silencio. Y -condición necesaria en todo episodio de maltrato escolar- adultos que se fugan de su lugar de adultos. Maestros, profesores y padres que miran para otro lado. Sólo así puede explicarse por qué el acoso escolar es definido por muchos especialistas como una "epidemia silenciosa". Ese fue, de hecho, el título de una nota publicada por este mismo diario seis años atrás. Desde entonces, la escalada de maltrato no ha dejado de crecer y así lo confirman los especialistas y las entidades dedicados al tema.

Bullying Cero Argentina es uno de esos grupos. Ofrece capacitaciones en colegios y charlas abiertas a la comunidad. Su coordinadora, la pediatra Flavia Sinigagliesi, precisa que "si bien el bullying ha existido siempre, ahora la sociedad es mucho más violenta y eso termina repercutiendo en los niños". ¿De qué manera? Todo depende. Hay nenas a las que el "destierro social" al que las someten sus compañeritas de curso no las afecta, a otras, en cambio, las arrasa emocionalmente. Ese es el punto: que nunca se sabe en qué puede terminar el acoso. Según Sinigagliesi, "todo depente de la vulnerabilidad de cada chico y de su capacidad de volver al estado inicial luego de una experiencia traumática".

Para el psicoanalista y especialista en psiquiatría Juan Vasen, por cuyo consultorio desfilan maltratadores y maltratados, la experiencia del acoso es "siempre muy dolorosa. Pensemos que en el proceso de socialización de los chicos, en un momento los pares toman en parte el lugar que antes ocupaban los padres. Pasan a ser figuras muy importantes, y si ese traslado implica una relación despótica, el dolor es tremendo. El rechazo es vivido con la misma intensidad con la que se viviría un rechazo de parte de los padres. La sensación de fracaso es total", alerta.

En los pasillos. En el patio. En los baños. En los juegos. Antes de entrar al colegio o a la salida. Allí donde los adultos no están (o están pero no miran, que es la otra manera de no estar), el bullying nace, crece y florece en carámbanos negros. En moretones como los que le crecían a Paula -morocha, pelo largo, flaquita- cada día que pasaba en lo que ella misma llama su "otra escuela", esa que no tuvo más remedio que dejar hace dos años. Cada veinticuatro horas, una nueva sesión secreta de pellizcos y patadas a cargo de sus encantadoras compañeras de clase la dejaba ronca de bronca y dolor. Terminó cambiándose de escuela, como la mayoría de los protagonistas de las historias recogidas para esta nota.

"El bullying te mata, te suicida o te saca del colegio", resumió con impotencia el padre de una de las víctimas, que pidió reserva de identidad. Belgrano, Flores, Recoleta, Burzaco, Temperley, Aldo Bonzi, Ezeiza. Distintos colegios, edades, barrios y familias enfrentando un mismo problema sobre el que, para variar, las estadísticas locales son casi una quimera. De todos modos, lo poco que se sabe es de lo más tranquilizador. Según el informe ¿Qué dicen los chicos? Datos cuantitativos sobre la violencia en las escuelas , un estudio realizado por el Ministerio de Educación sobre 70.000 alumnos de colegios secundarios privados y estatales, el 8% de los chicos sufrió exclusión, al 12% lo insultaron, a otro 12% le hicieron burlas, al 14% le gritaron y al 32% le rompieron los útiles. Pero como todos esos hechos son considerados "incivilidades" y no "violencia", se concluye que "a partir de los datos obtenidos es posible refutar la creencia de la escuela como un lugar inseguro".

Otro, y muy diverso, es el panorama en el exterior. Sólo en EE.UU., las víctimas de acoso escolar trepan a trece millones, se estima que cerca de 160.000 chicos faltan diariamente a clase por temor a ser molestados y casi la mitad de los estudiantes teme ser "buleado" en el baño. Aun así, la mitad de las situaciones de acoso no se denuncia.

También la Universidad de Yale publicó un trabajo en el que se señala que un niño víctima de acoso escolar multiplica casi por diez sus chances de tener ideas suicidas. Otro mapeo realizado hace dos años en Finlandia asegura que "ser acosado o acosador a los ocho años es un factor de riesgo de trastorno psiquiátrico en la edad adulta" y que "la tasa de suicidio femenino se reduciría en un 10% si se eliminara la victimización escolar de las niñas". Estas son, según se comprobó, quienes tienen más chances de matarse antes de los 25 años cuando han sido acosadas por sus compañeros en la escuela. Y, sin embargo...

El Gran Bonete

Silencio, escuela. Silencio porque "acá estas cosas no pasan. Son peleas de chicos". La sola mención de la palabra "bullying" ("toreo", adoptada en 1993 por Dan Olweus, un investigador noruego, para aludir al maltrato sistemático y continuado entre pares) tiene la extraña capacidad de erizar la piel del cuerpo docente. "Es que cuanto menos se sabe de un tema, más miedo se le tiene. Y si los docentes detectan el tema pero no tienen herramientas para intervenir, prefieren no saber. Por eso lo primero que hay que hacer es capacitar a los docentes e implementar políticas institucionales al respecto", destaca Sinigagliesi.

Damián Melcer es sociólogo y vicerrector de un colegio secundario y, si bien coincide en el diagnóstico, tampoco se hace grandes ilusiones. ¿Por qué? "Porque hoy podemos hablar de bancarrota social. Hay vínculos que se han quebrado para siempre y la escuela no hace más que reflejar ese estado de cosas. Hoy, la clase de vínculo entre las personas que exalta la sociedad es la violencia, la sospecha, la competencia?". Vasen señala, al respecto, el papel nunca inocente de los padres.
"En el caso de un chico que es agresivo, esto casi siempre viene fomentado desde la familia. Son chicos criados en contextos en donde se promueven el exitismo, la competencia, todo esto de ser «líder» al precio que sea. Pero ¿cuáles son los atributos de ese liderazgo? ¿El hijo es un líder o es un jodido?", se pregunta. Tal vez por cuestiones como ésas, señala Melcer, "si bien el hostigamiento escolar no es nuevo, hoy se da una agresividad extrema que sí lo es. Hay armas de fuego, suicidios, de todo. Ya no sólo se da una situación violenta, sino que su resolución también lo es".

O no. En un episodio sucedido en la escuela media donde Melcer es vicerrector, un chico había hecho un video burlón sobre otro. Pero las cosas decantaron bien. ¿Por qué? Porque se habló del tema. Y porque hubo adultos escuchando. "El chico vino, se quejó y llamamos al del video. Hablamos y le pedimos al agresor que hiciera otro video, sobre el tema de la violencia escolar. Le mostramos que el recurso se podía usar de otra manera. Cuando el adulto da garantías de que interviene y construye justicia, recupera su lugar como referente. La escuela tiene que aparecer garantizando la justicia que la vida real al damnificado no le da", afirma.

El silencio

No hay maltrato sin testigos. Sin eso que los sajones llaman by standers : los que se paran a un lado y observan la acción. Sin intervenir, pero sabiendo."Lo que pasa es que a veces en los chicos el temor es pasar de testigos a víctimas del bullying, y por eso se callan", apunta la psicoanalista Sara Arbiser, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y especializada en adolescencia. "Que esos chicos se animen a hablar, y que los adultos los escuchen y actúen en consecuencia es lo que hace toda la diferencia", explica. "En Estados Unidos, por ejemplo, vi cómo ante un caso así a los chicos se los reunía y se los ponía a hablar. Aquí rara vez se toma la palabra y por eso estas cosas arrancan en jardín y se las deja crecer de año en año. Al final, la violencia es imparable." Pero ¿cómo no entender el silencio cuando el estigma del "delator" es sacudido por algunos adultos sobre la cabeza del chico que se anima a contar? ¿Cuándo los chicos toman conciencia de que sus voces no cuentan? "El docente suele subestimar lo que dice el nene agredido. Por eso, al final, las víctimas optan por no denunciar. Saben que no van a ser creídos y que nadie intervendrá en su defensa", concluye.

Eso -el silencio asesino- fue algo que Jesús Campo descubrió del peor de los modos. Fue hace exactamente un año, cuando lo llamaron del hospital donde su hija Celeste, de diez años, acababa de ser internada. Con fractura de cráneo. Con tres coágulos en la cabeza y muchos, demasiados golpes en todo el cuerpo. "Un compañerito de la misma edad que siempre la molestaba y que ya había sido expulsado de otros colegios la tiró por la escalera. Celeste cayó cuatro metros. Estuvo diecisiete días internada, le hicieron dos operaciones. Está viva de milagro", dice. El video que Jesús armó como pudo y colgó en YouTube cuenta lo demás. Noemí, la mamá de Celeste, cuenta lo que no está en ningún lado. Por ejemplo, que hoy Celeste, tan coqueta como era, debe ir por la vida "con un casco como el de los skaters, porque todavía el hueso no está bien. Tuvimos que cambiarla de escuela, tiene que ir en remise. Perdió casi el 50% de la visión del ojo derecho. Se cansa, se marea, nunca más volvió a patinar ni a hacer gimnasia. Es otra nena", dice. Silencio.

Los rotos

El video todavía da vueltas por Internet. Lo grabaron con un celular. Muestra un nene flaquito enfrentando a un compañero dolmen que le lleva dos cabezas y veinte kilos de ventaja. David amaga a tirar un par de piñas. Acto seguido, Goliat lo levanta, lo pone cabeza abajo y lo estrella contra el piso. El video no tiene audio ni fin: una y mil veces, la espalda vuelve a dar contra el cemento. Huesos rotos. "Cosas de chicos."

Chicos como Víctor Feletto, otro que también era menudito y prefería estudiar. "En la última prueba de matemática se había sacado diez", cuenta su abuelo José. "Era agradecido, muy responsable". Pero, ay, no le gustaba el fútbol. No al menos como se lo hacían jugar en su escuela de Temperley: rodeado de chicos cuatro años mayores que se divertían empujándolo y pateándolo. Un día, le golpearon un hombro; otro día, le golpearon el que faltaba. Terminó en el hospital Gandulfo, con hematomas y enorme dolor. "El no quería ir más, lo trataban peor que a un esclavo. Era tanta la angustia que tenía? La mamá habló con la directora, pero él se asustó porque ella dijo que si no hacía gimnasia podía perder el año." Perdió otra cosa: el 4 de abril, al volver de otra sesión de insultos y patadas, fue al cuarto de sus abuelos, tomó la pistola de José y apretó el gatillo.

Cosas de chicos. De chicos como cosas.

HUELLAS VISIBLES DEL ACOSO ESCOLAR
  • Negativa a asistir a clase.
  • Golpes y moretones.
  • Tristeza.
  • Pérdida de objetos.
  • Pérdida del dinero que le dieron para el recreo.
  • Decaimiento, pesadillas, ansiedad, nerviosismo.
  • Síndrome del domingo a la tarde.
  • Cefalea, dolores intestinales.

Acoso, maltrato entre pares, matonismo: los casos de violencia escolar entre menores no dejan de crecer en el país, muchas veces en silencio, a espaldas de los adultos, y acompañados de un grado de virulencia que, afirman los especialistas, va también en aumento. Por qué, pese a la falta de estadísticas oficiales, se habla de una epidemia y cuál es el costo psicológico para las víctimas

Fuente: Centro de Investigaciones del Desarrollo Psiconeurológico (CIDEP).

Por Fernanda Sandez  | Para LA NACION