martes, 26 de junio de 2012

Proliferan las Conductas Suicidas entre Menores y Adolescentes

Los especialistas dicen que han atendido casos de niños de entre 8 y 10 años. Cómo explican el fenómeno desde la psicología y la sociología. Señales de alerta que las familias no deben desatender.

Un niño de tan sólo 8 años encaramado en el techo de su casa amenazando con tirarse es lo que motiva esta nota. Puede que sea tan sólo un intento fallido de autoeliminación, pero la existencia de este tipo de situaciones debe, al menos, desencadenar una serie de interrogantes. ¿Qué motiva la necesidad de autodestrucción de un chico tan pequeño? ¿Qué indicadores no fueron vistos ni tenidos en cuenta por los adultos que lo rodean? ¿Qué situaciones sociales van gestando un acontecimiento de estas características? El licenciado Piedro Piemontesi, coordinador del Servicio de Atención Telefónica en Crisis (SATEC) y una de sus colaboradoras, la psicóloga María Dolores Rivas, intentan explicar este fenómeno.

Niños autodestructivos
Se sabe que las ideas suicidas, los intentos e, incluso, los casos en los que estas prácticas llegan a concretarse son la tercera causa de muerte en adolescentes y jóvenes de entre 15 y 24 años (ver aparte). Sin embargo, en los últimos años han comenzado a aparecer conductas suicidas o fantasías de autoeliminación como la relatada al comienzo de esta nota.

Los especialistas manifestaron que si bien no es frecuente que ocurra esto, que ya haya sucedido al menos una vez, es preocupante. También lo es la proliferación de conductas autodestructivas a temprana edad.

Por conductas autodestructivas se entiende todas aquellas que como consecuencia le generan un daño a la persona. “Es todo lo que el individuo realiza por sí mismo, por propia voluntad, con la finalidad de producirse un daño”, señala Piemontesi. Estas prácticas pueden ocasionar lesiones, golpes, intoxicaciones, cortes, juegos peligrosos –como el shocking game o ahorcamiento con la corbata–.

Lo importante es intentar explicarse por qué ocurren estas prácticas.

Las causas

¿Por qué se produce este fenómeno? Según Piemontesi, el motivo está ligado a cuestiones sociales. El proceso de globalización lleva cada vez más a los integrantes de una sociedad a masificarse en una serie de normas y de reglas. Paradójicamente, el proceso masifica pero desapega, conecta pero desconecta.

Los grupos sociales ya no tienen como referencia un espacio, no se identifican con un grupo como el club o los amigos. En tiempos de globalización está, por ejemplo, el shopping, y está para todos: desde el niño hasta el octogenario.

Otro aspecto importante es la ausencia de reglas y la falta de referentes. “Todo el mundo come lo mismo, se viste con lo mismo, vive lo mismo”. En este contexto, un niño se vuelve adulto y un adulto, adolescente. “No hay una identificación acorde con la etapa que uno está viviendo. Esta masificación lleva, inevitablemente, a la soledad.

De modo concomitante, crecen las adicciones, los accidentes, se incrementan la vida nocturna y el vagabundeo. En definitiva, esto se traduce en falta de sentido”, sostuvo el licenciado.

Para el sociólogo Héctor Castagnolo, desde hace más de 15 años, se comenzaron a poner en valor en la sociedad prácticas que se relacionan con el autocastigo, la rudeza, el golpearse, el soportar el dolor, porque quien realiza esas prácticas pone en escena su rudeza ante los demás. Lo que caracteriza el cambio de conducta de los sujetos desde los ’90 en adelante es la puesta en valor de disciplinas vinculadas con el dolor, el sufrimiento, en pos de lograr capacidades superiores al de cualquier competidor dentro de su vida. Insertos en una sociedad que pone en valor este tipo de prácticas, además de la ausencia de sensibilidad, son un caldo de cultivo para que sucedan este tipo de situaciones. A eso hay que sumarle padres ausentes, consumidos por dos o tres trabajos y en sintonía, una época en la que el consumo es el valor supremo.

En otro sentido, Castagnolo hace alusión a la conformación del universo simbólico de estos chicos, que crecen en medio de juegos virtuales donde “descuartizarse” es una conducta común, donde desaparecen los límites entre la vida y la muerte. “Si los zombies resucitan en cualquiera de esos juegos virtuales, no es de extrañar que un niño de ocho años que tiene ideas de autoeliminación, crea que puede “resucitar” tal como lo hacen los personajes de los juegos a los que está acostumbrado a jugar”, señaló.

Conductas a tener en cuenta

El licenciado Piemontesi mencionó algunas conductas en los más chicos que conviene no desatender. En primer lugar, cualquier aviso de autoeliminación es importante y es necesario dejar de lado el mito de “si lo dice, no lo va a hacer”.

Otros aspectos importantes son el aislamiento, la baja en el rendimiento escolar, el aumento de conductas de riesgo o de prácticas sociales agresivas, los cambios repentinos de carácter y los episodios de insomnio.

Lo importante, si se detecta alguna situación de este tipo, es saber pedir ayuda.

El SATEC atiende todos los días de 10 a 15 y de 18 a 23, a través del número de emergencias 911.

Fuente de Información: Paola Alé (pale@diariouno.net.ar)
Diario UNO - Mendoza