martes, 1 de mayo de 2012

Cuando Escuchar Salva Vidas


El trabajo del Centro de Asistencia al Suicida (CAS) se basa en un sistema de servicio telefónico, personalizado y anónimo, que anualmente recibe 11.000 llamadas.

Su voz da vueltas en mi cabeza… es una mujer sin rostro, una que no apresura las palabras, que permite los silencios y escucha. Es madre o amiga, tiene los ojos de alguna persona que quisimos, es un recuerdo difuso de otras voces que piden más tiempo, el nuestro… y que dan el suyo a cambio.

No hay nombres, ni presentaciones, sólo palabras, tal vez algo de llanto e impotencia y una voz que prevalece, que cuenta, que se desahoga de los gritos que no se dieron a tiempo, que pide ayuda.
En la era de las soluciones inmediatas y comunicaciones globalizadas, aún olvidamos cómo escuchar, no sólo a los demás, sino a nosotros mismos.

Cuando el límite está cerca de lo irremediable, aún hay tiempo para saber que alguien espera paciente por nuestra historia, por dar una mano y ayudarnos a comprender que ningún problema vale lo que nuestra vida.

Fundado en Junio de 1967, el Centro de Asistencia al Suicida (CAS Buenos Aires) fue la primera institución argentina en prestar ayuda a personas en situación de crisis con ideas o fantasías suicidas. Su sistema de servicio telefónico anónimo, atendido por operadores voluntarios enfrenta a diario una realidad social que no escapa a ningún género, edad, o status socioeconómico.

Una de sus voluntarias no cuenta cómo es estar del “otro lado”.

Minutos

Mara* me conmueve, habla mucho pero sabe contenerse, desde hace diez años es voluntaria del CAS y conoce historias que no podríamos imaginar y sobre las que guarda silencio, los detalles no son suyos como para repetirlos.

“Cada llamada es una problemática distinta, y la tarea del operador puede ser desde obrar como confidente hasta tener que disuadir a una persona que comenzó el proceso de suicidio, para que acepte ser asistido”, explica.

Tras un test de admisión y un curso de capacitación recibía su primera llamada… “mi primer llamado fue una emergencia, tuve la suerte de que se resolvió bien. Algún tiempo después esa persona llamó para decir que estaba saliendo adelante…para mi fue muy emotivo”, comenta. Cuando pregunto hasta qué punto es posible involucrarse(o no hacerlo) responde: “…¡que tema! Uno siempre se involucra, el punto es poder mantener la objetividad, porque quien llama no nos necesita para lamentarnos con el/ella, sino para intentar ordenar sus ideas”.

¿Qué lleva a una persona a fantasear con la idea del suicidio?

Los motivos son infinitos e inimaginables-explica-. Si bien hay temas específicos relacionados con cada época o crisis que hemos pasado, diría que el común denominador se encuentra en la falta de comunicación que hay entre las personas. O tal vez en esa exigencia de ser exitoso en todo, de no mostrar un lado vulnerable que permita compartir los problemas”. “Es tan común oír que quien llama no tiene a quien recurrir, en quien confiar…”, agrega.

“Según lo escuchado se le puede sugerir la necesidad de hacer una terapia, o bien de continuarla si ya lo hacen, pero siempre derivando a hospitales u organizaciones gratuitas o de mínimo arancel.” explica con respecto al proceder ante cada llamado.

Mucho tiempo ha pasado desde que vio una convocatoria por voluntarios para el CAS y decidió convertirse en una de ellos “¿Es lo que esperabas?”- pregunto- “Es muchísimo más- dice- Aprendes que no sos omnipotente, que hay historias vidas y circunstancias que no imaginabas y que a veces, esos minutos de escucha pueden marcar la diferencia”. “Creces, aprendes (al menos lo intentamos) a no juzgar, a no dar nada por supuesto sin preguntar primero. Siempre te llevas mucho más de lo que das”.
Pero ¿qué hacer desde nuestro lugar? ¿Cómo ser de ayuda en estas situaciones?

“Es repetitivo, pero la clave esta en escuchar; entender que lo que le pasa a esa persona es doloroso, mas allá de lo que nosotros pensemos de la situación. Y hablar claramente: preguntar si esta pensando en matarse. No minimizar su dolor, ni caer en el mito de “lo esta diciendo, así que no lo va a hacer”.
La entrevista llega a su fin y Mara vuelve a su rutina, de madre, de mujer, de voluntaria…su mente está llena de recuerdos, de otras historias, lista para recibir ese nuevo llamado y escuchar, escuchar, escuchar.


*El nombre de la entrevistada fue cambiado en función de preservar su anonimato

Recuadro:  Ayudar a quienes nos ayudan

El Centro de Asistencia al Suicida recibe anualmente 11.000 llamadas, de las cuales 60% corresponden a mujeres y el 40% a hombres, entre los 35 y 45 años para cada sexo. Según sus registros el 74% no pone en riesgo su vida, mientras que el 26% restante se enfrenta a un riesgo grave.

La institución, fundada en 1967 y pionera en el uso del sistema telefónico, subsiste gracias al aporte monetario de sus propios voluntarios, por lo que resulta vital el apoyo de todos.

Fuente de Información: Centro de Asistencia al Suicida - CAS Buenos Aires

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