jueves, 22 de marzo de 2012

Perfil del Hombre Violento


Escrito por Beatriz Sarrión Soro
Uno de los retos en la investigación de las relaciones de violencia en la pareja ha sido la identificación de las características de los hombres que la ejercen y de los contextos en que se produce con el objetivo de minimizar el riesgo y de poder mejorar las opciones de intervención (Dixon y Browne, 2003, citado en Boira y Jodrá, 2010).
La violencia familiar no es un problema psicológico. La violencia doméstica es un problema que supera lo psicológico para enmarcarse en la esfera más amplia de lo social. Por ello, los tratamientos psicológicos no deben ofrecerse como solución al problema de la violencia doméstica sino como un componente más de un abordaje que ha de ser multidisciplinar y que debe implicar una respuesta comunitaria coordinada. Sin embargo, existen algunas razones que llevan a incluir la atención psicológica del hombre maltratador dentro de un enfoque integral del maltrato doméstico:
1) Un amplio grupo de mujeres –aproximadamente el 30% de las víctimas tratadas y el 50% del total– que continúan conviviendo con sus parejas. En estos casos la terapia recibida por la víctima es necesaria, pero resulta insuficiente si no se actúa simultáneamente sobre el agresor.
2) En aquellos casos en los que se produce la separación, existe el riesgo de que el hombre pueda reincidir en el futuro con otra mujer.
3) Por otro lado, se ha observado que el enfoque judicial del maltratador suele ser insuficiente, y los resultados de los estudios indican una reducción en el uso directo de la violencia física en aquellos hombres que participan en los programas de tratamiento para maltratadores (Gerlock, 1997, citado en Espantoso, 2004).
Estas y otras razones han llevado a que cada vez más se desarrollen programas y estrategias de intervención psicosocial para hombres que ejercen maltrato sobre sus parejas. Los programas de tratamiento para maltratadores comienzan a desarrollarse a mediados de los años 70, y desde entonces han ido evolucionando en función de los distintos modelos explicativos en los que se han ido sustentando.
  • Primeras explicaciones. Se produjo una asociación entre el comportamiento violento del hombre y la psicopatología (trastornos de la personalidad, consumo de drogas, celos).
  • Perspectiva de género. Estos autores consideran que determinados factores culturales y la desigualdad de género son los responsables del comportamiento violento. Se sostiene que la violencia conyugal es una de las formas que adopta la dominación del hombre sobre la mujer, en el marco de una sociedad patriarcal. La agresión a las mujeres, por lo tanto, es una forma de violencia “normal”; los que la cometen no son enfermos mentales sino personas que creen que ejercer el patriarcado es su derecho, que el matrimonio les confiere la facultad irrestricta de controlar a sus esposas y que el castigo físico es un medio aceptable de establecer ese control.
  • Teorías psicológicas. Estas teorías afirman que la conducta violenta del hombre dentro de su hogar es aprendida, y que está en relación con las experiencias vividas durante su infancia (Corsi, 1995, citado en Espantoso, 2004). En concreto, la observación reiterada por parte de los hijos de la violencia ejercida por el hombre a la mujer tiende a perpetuar esta conducta en las parejas de la siguiente generación. Los niños aprenden que la violencia es un recurso eficaz y aceptable para hacer frente a las frustraciones del hogar. Y las niñas, a su vez, aprenden que ellas deben aceptarla y convivir con ella (Echeburúa y Corral, 1998, citado en Espantoso, 2004).
PERFIL DEL HOMBRE VIOLENTO
A pesar de la imposibilidad de definir un “perfil del hombre violento”, las investigaciones sí sugieren una serie de aspectos que con frecuencia aparecen asociados a estas conductas y que caracterizan al agresor (Corsi, 1995; Dutton y Golant, 1997; Echeburúa y Corral, 1998; Jacobson y Gottman, 2001; Lopo y Torrado, 2003; citados en Espantoso, 2004):
  • Haber vivido la violencia en la familia de origen;
  • Dificultad para reconocer y expresar los propios sentimientos y los de los demás;
  • La agresión cumple la finalidad de controlar, intimidar y someter a la pareja mediante el uso o la amenaza de la agresión física: sirve al agresor para obtener el poder de control sobre la relación.
  • Suelen minimizar o negar las agresiones, o tienen un recuerdo distorsionado de su conducta;
  • Justifican su violencia en base al comportamiento de su pareja, a la que responsabilizan de la agresión que ellos cometen;
  • Creen en la violencia como una forma aceptable de solucionar los conflictos interpersonales;
  • Actitudes sexistas y creencias estereotipadas en relación con la mujer;
  • Aislamiento social y emocional;
  • Déficit en habilidades de comunicación;
  • Carecer de estrategias adecuadas de solución de problemas.
CARACTERÍSTICAS ESPECÍFICAS DE LA INTERVENCIÓN
Objetivos:
  • Conseguir que los agresores acepten la responsabilidad de su violencia sin que nieguen o minimicen su conducta y, por supuesto, sin culpar a sus parejas.
  • Finalización de la violencia lo antes posible.
  • Revisión de conductas y roles según los estereotipos de género.
  • Revisión de las racionalizaciones que contribuyen a justificar la violencia.
  • Adquisición de habilidades que hagan innecesario el uso de la violencia.
  • Revisión de los aspectos de la historia personal.
  • Disminución del aislamiento social.
  • Abordar el problema de los celos.
  • Restitución de una consideración positiva mutua.
Evaluación: Resulta prioritario evaluar el grado de peligrosidad actual del paciente y el nivel de motivación para el cambio en las primeras fases de tratamiento (Corsi, 1995, citado en Espantoso, 2004).
Características de los programas:
Generalmente, se trata de grupos de duración limitada a un cierto número de reuniones, con tareas programadas que adoptan un formato psicoeducativo. Este formato, permite que los agresores se encuentren unos con otros y puedan contemplar su tendencia a minimizar, negar o distorsionar los abusos que cometen.
Referencias bibliográficas:
Boira, S. y Jodrá, P. (2010). Psicopatología, características de la violencia y abandonos en programas para hombres violentos con la pareja: resultados en un dispositivo de intervención.Psicothema, 22(4), 593-599. Obtenido el 1 de diciembre de 2010, dehttp://www.psicothema.com/pdf/3772.pdf
Espantoso, R. (2004). ¿Qué se puede hacer con los agresores de mujeres? Cuadernos de Psiquiatría Comunitaria, 4(1), 75-86. Obtenido el 1 de diciembre de 2010, dehttp://www.aen.es/web/docs/Cuadernos4.1.pdf

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